martes, 30 de octubre de 2007

"Minas para salvarnos"

Juan Mariel Erostarbe presenta un trabajo de investigación cuyo objetivo es hilvanar los grandes momentos de la minería en la provincia.
PABLO HENRÍQUEZ


Juan Mariel Erostarbe presenta un trabajo de investigación cuyo objetivo es hilvanar los grandes momentos de la minería en la provincia, desde un anticipado Francisco Rickard, "mineralogista" irlandés traído por Sarmiento, hasta la gestión de José Luis Gioja y la puesta en valor de la región como potencia minera mundial.

No se lea en el título de la nota (frase que pertenece a Sarmiento) una alusión veleidosa hacia el género femenino, del que, según la historia de conventillo, el prócer era ferviente admirador, ni a la importación de maestras norteamericanas con el fin de darle combate a la barbarie.

En este caso se trata de otra de las grandes pre-ocupaciones (de allí su genio de anticipación) de Domingo Faustino, la de la explotación de la riqueza mineral yacente bajo el suelo de su tierra natal. Si bien tal visión tenía categoría ideológica (y, por tanto, prioritaria) para Sarmiento, no pudo materializarla en vida: recién hoy, siglo y medio más tarde, por fin aquel sueño quimérico ve la luz.

De todo esto va "Sarmiento y tres crónicas mineras: 1862 - 1887 - 2003", libro de reciente edición en el cual el doctor Juan Mariel Erostarbe desarrolla una investigación auspiciada por el Archivo General de la Provincia y el Gobierno de San Juan.

Aporte a la memoria

No es una obra de aliento exclusivamente documental, histórico y mucho menos literario. Pero se mueve con soltura entre estas cuerdas, con la intención de "reflejar una recopilación y comentarios de documentos propiedad del Archivo General de la Provincia de San Juan", para "proteger y preservar la memoria de la minería de la provincia", según explica el mismo Juan Mariel, quien reconoce en sí mismo un olfato especial para bucear archivos en busca de tesoros perdidos.

Así rescata, con pulcritud y minuciosidad facsimilares, folios amarillentos iluminados por la caligrafía decimonónica y las ideas fundantes de lo que ahora se concreta en la explotación minera a gran escala. Pero Juan Mariel también echa mano de su veta de filósofo, e interpreta desde el interés metafísico y humano las semióticas que, imbricadas en los relatos cuasi cinematográficos de los cronistas, motivan desde la prehistoria el llagarse las manos y el alma en el afán de arrancarle minerales al subsuelo.

Es entonces cuando Mariel tiene la lucidez de convocar a Jorge Leonidas Escudero, nuestro gran poeta que, a la vez, es el poeta de la minería, no tanto por la minería misma como por el minero que él mismo fue. Por eso el libro inicia con cinco páginas dedicadas a reproducir poemas de don Jorge, con la clara intención de arrimarse al tema a partir del telurismo (según la RAE, "influencia del suelo de una comarca sobre sus habitantes") y generar así en el lector un clima amable a la lectura de lo que constituye la médula del trabajo: tres referencias acerca de la minería correspondientes a tres gobernaciones diferentes de San Juan. Y aquí se palpa la verdadera intencionalidad autoral de Juan Mariel: el hilvanar estos puntos (en apariencia desarticulados) en una recta de sucesividad consecuente, que si bien no llega todavía a encarnar una historia de la minería en San Juan, sí se aproxima con valentía a esgrimir lo que en algún momento podría llegar a ser su estructura base. Como él mismo expresa, "una memoria".

El diario como documento

La primera parte del libro corresponde a documentos de la gobernación Domingo Faustino Sarmiento (1862-1864), con el informe del irlandés Francisco Rickard; la segunda a la gobernación Federico Moreno (1887-1888) con el informe de Julio Nievas, funcionario del Ministerio de Gobierno de San Juan; y la tercera a la gobernación José Luis Gioja (2003-2007), reflejada ésta no a través de documentos oficiales sino de las crónicas periodísticas publicadas en Diario de Cuyo, con el fundamento de "mostrar cómo ve la opinión pública la obra de gobierno", según explica el autor para destacar la objetividad de la obra.

Allí se reproducen sendas páginas del matutino con notas referidas a la licitación y adjudicación para la exploración y explotación de regiones que, en el siglo XIX, Rickard ya había sugerido a Sarmiento como de gran interés (por ejemplo el área Del Carmen, en Iglesia). De esta manera, Mariel le da al periódico su segunda dimensión (además de la informativa cotidiana), que es la documental, funcionando como testigo de la estela de aconteceres que va dejando a su paso el tiempo. "Diario de Cuyo se convertirá luego en todo un documento histórico y todo lo que diga, opine y comprometa será juzgado en el futuro", dice el texto.

Este es un punto de coincidencia con la línea editorial del diario, precursor indiscutido en la defensa y desarrollo de la nueva minería como motor del progreso, tomando la posta que iniciara en su momento el periodista que, ante todo, fue Sarmiento. "Después vendrán las reflexiones sobre la gobernación de Gioja y el manejo de la minería -escribe en la última página Mariel, acotando el alcance de su trabajo-. Estimo que lo mejor es brindar materiales para la lectura y el pensamiento y dejar que el tiempo pase. A nadie se lo puede evaluar en su momento. Hay que dar espacio para la perspectiva histórica".

El libro también reproduce parte del valioso texto "El país de Cuyo" (1906), del doctor Nicanor Larraín, génesis de la minería en San Juan.

Imeil para Bienvenida

Mariel Erostarbe hizo su trabajo de tesis doctoral sobre "El epistolario íntimo de Domingo Faustino Sarmiento", y por lo tanto se lo puede considerar como el máximo conocedor de la vasta correspondencia del prócer. Justamente, para el libro que nos ocupa tuvo muy en cuenta estos papeles. Dice en un párrafo: "La visión sarmientina se refleja en una carta íntima a Bienvenida, su confidente hermana, a quien (Domingo Faustino) le comentaba desde Santiago de Chile en marzo 17 de 1851: «Necesito que me mandes aquí inmediatamente mi primer mensaje a la Legislatura de San Juan diciéndoles que debiéramos consagrarnos a las minas para salvarnos".

El dato es elocuente acerca de la motivación temprana del prócer por convertir la minería en asunto de Estado, abriendo la discusión al respecto e incluso bocetando los marcos legales que servirían de cuna a los códigos mineros de la actualidad. Rickard también ofició de asesor en estos temas normativos, que 25 años más tarde (1887) serían desempolvados por el gobernador Moreno para encargarle a Juan Nievas que realizara una nueva visita a los departamentos de Albardón, Jáchal e Iglesia, con el fin de relevar las virtudes geológicas, culturales, sociales y económicas de esas regiones. Quizá el exceso de Nievas en el pintoresquismo de su pluma opacó la seriedad técnica del trabajo, no demasiado valioso más allá de la semblanza costumbrista ("regando potreritos de alfalfa, de trigo, y viñitas de precioso aspecto. Este paraíso ignorado, perdido, es la Cienaguita"). Igualmente ha sido tenido en cuenta por Mariel: Nievas tiene la virtud de ser antena, el hombre que se planta en el paisaje y, al traspasarlo con sus cinco sentidos, lo crea con la palabra, palabra que termina por trascender al hombre para eternizarse en la tinta y el papel.

http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=247479

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